"http://www.w3.org/1999/xhtml"> javier iglesias ramos. fotografo. Santiago de Compostela. Galiza. A Baña e Galway. Retratos da vida.
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Os Músicos

 

El discurso bipolar (Reflexiones ingenuas y desordenadas de un fotógrafo)


Así que aquí me veo una vez más con mi cámara a cuestas, como rezaba el titular de prensa en la entrevista a un conocido fotógrafo, vagando por las esquinas de esta dinámica ciudad. Dublín se me antoja hoy joven y viva, hay vendedores de periódicos que pregonan las noticias, músicos de toda índole tocando por las calles, pintores artistas que hacen magia en el asfalto, niños con helados, hombres anuncio por todas las esquinas, policías en pareja, señoras con bolsas, chicas alegres paseando en pandilla, camareros fumando un pitillo...
Me llama el sonido de la música irlandesa que viene de una pequeña plaza donde en la distancia me parece ver una escultura conocida, es Molly Malone, la famosa vendedora de mariscos en otros tiempos y conocida también por otras bondades que van en par. A sus pies, sentado en una especie de banco que rodea la estatua, un músico toca el bodrhan al ritmo de una música que sale de un tocadiscos. Los turistas se hacen fotos a su lado y al de Molly, y yo preparo la cámara. Me gustan las fotos de la gente que se hace fotos. Me hace sentirme un poco por encima, una suerte de chulería de artista, pero lo cierto es que la gente haciéndose fotos es una parte más de la feria diaria de las ciudades, del folclore de cualquier calle, no importa lo turística que sea. Yo foto, tú fotas el fota... pero allí estoy yo por encima de todo eso con mi cámara más grande registrando la escena humana. Un tanto arrogante ahora que lo pienso.





Es entonces que dejo de fijarme en el músico con sus turistas y me centro en el hombre borracho. ¿No habrá mejor sitio para siestear? Me pregunto. Es media mañana, los pubs aún están cerrados, las tiendas no venden alcohol hasta las once, es evidente que este señor no durmió en casa. Unos metros más allá otro hombre duerme en la acera sobre unos cartones, las calles están llenas de indigentes. Como dicen en las películas "No hay más preguntas Señoría".
Con la mente aún ocupada con la escena callejera me voy a buscar un sitio para descansar un rato.
Los pubs de Dublin son generalmente muy concurridos y con un buen ambiente. Muchos de ellos ofrecen sesiones de música en directo por las tardes-noches y en la zona centro se pueden escuchar guitarras y whistles desde muy temprano como reclamo turístico, supongo. La atmósfera es en general festiva, independientemente del día de la semana que sea, al fin y al cabo la mayoría de los clientes están de vacaciones. Las pintas de cerveza Guiness, la más reclamada por los visitantes foráneos, fluye generosamente de los grifos que expertos camareros manejan con habilidad. La cerveza está buena.
Una vez más la música y el cálido ambiente del bar me transportan a otro mundo. Ya me olvidé del borracho, me cautivan los ágiles dedos de los flautistas y la voz rasgada del cantante, es la idea que tenía de un pub irlandés antes de emprender el viaje. Me pido otra pinta y hasta me animo a soltar un grito mientras aplaudo entusiasmado.

 

 

Un día completo. Me voy para casa con un buen sabor de boca.

Y entonces me acuerdo del hombre que dormía sobre la caja esta mañana. ¿Dónde y en qué estado estará a estas horas?